Los caminos del Amor
Son las once de la mañana de un día soleado de
verano; afuera la ciudad vive su frenético laberinto cotidiano; en el interior
de la habitación, en la penumbra que débilmente alumbra la luz que se filtra a
través de la celosía de una ventana que se abre hacia el interior
de un área de ventilación, se dibuja la silueta de una joven mujer que yace lánguidamente,
desnuda, sobre la cama del motel.
Su pelo oscuro como la luz de la habitación, se
desparrama sobre la pequeña almo-‐ hada
entre rizos y perfume de shampoo. Tenuemente el perfil de sus caderas se
dibujan mientras ella yace recostada sobre su costado derecho, en contraluz de
la ventana. Como un suculento melocotón,
sus nalgas exuberantes invitan a la repetición
desenfrenada de nuevas experiencias de la locura del amor.
Ha pasado ya una hora desde que se inició
el encuentro de sus pasiones, y mientras él camina saliendo del baño, se
detiene a contemplar el regalo personalísimo
que la vida le ha entregado generosamente en forma de una bella y joven mujer.
Imposible no permitir que un tumulto desbordado
de pensamientos inunde su mente al recordar que desde hace siete años ha sido
suya. Cada instante vivido a su lado se recrean
claramente a su mente. Desde
la inesperada y tímida experiencia de la primera vez que, a
manera de asalto, sucedió furtivamente en un toilet, hasta las mas osadas y cada vez nuevas experiencias en las distintas
variaciones que el sexo con la mujer que se ama se pueden
concebir.
Han sido siete años de altos y bajos
de una relación que se proyectaba como “tormentosamente estable” sin presentir,
de ninguna, manera su inminente
y traumático final.
Ya va siendo el medio día y, sin
presentir el futuro, el uno al otro se prometen como siempre, una eterna fidelidad. Mientras
se salen de cause sus contenidos deseos
que ahora, desbordados, inundan la habitación con los sonidos de la pasión, lentamente y sin detenerse, el
tiempo marca su tic tac.
Tal ves
este sea su último encuentro, su última expresión de amor. Tal ves nunca vuelvan a expresarse en el idioma sin sintaxis, de la
pasión.
Carlos Vergancha Del Coito (El Rurro)
No hay comentarios:
Publicar un comentario