De lo Cultural, 1985 a
1990
Rubén
G. Rodríguez Núquezhttp://expresiones.ec/ediciones/2012/03/07/musica/jesus-fichamba-busca-a-raphael/
Cuando nos
referimos al término cultura, se abre en nuestra mente un abanico de infinitas
connotaciones y significados que es imposible hablar de cultura sin
concentrarnos en un punto referencvial mucho mas pequeño dentro de la vastedad
del concepto humano en lo que tiene que ver la cultura. Aún dentro de un
perìodo de tiempo limitado como el que se propone, es bastante confuso
referirno al parìodo sin tener que enfocar aún más nuestra búsqueda.
Por lo tanto,
tratando de simplifiar lo insimplificable, podemos decir que la cultura es un
contexto dentro del cual, con el cual y solo con el cual adquieren sentido y
validez las acciones humanas: es, por lo tanto, el modo en que interactuamos
con “los otros”, el modo de adaptarse a la naturaleza y el estilo de ejercer
control sobre los recursos y, por supuesto, el modo de distribuir el poder. En
síntesis, es el modo de concebir lo estético, el modo de ser feliz, de amar, de
enfermar y de morir.
La cultura de
un pueblo —por lo tanto— es el modo de ser, de pensar y de vivir. Los valores,
las creencias, las suposiciones, las reglas y normas, y, sobre todo, las
prácticas sociales y comunes constituyen y conforman la identidad cultural que,
a su vez, da seguridad personal y colectiva al ser humano.
Las
representaciones simbólicas, el sentido de lo sagrado, el sentido de la vida,
la representación de la enfermedad y de la muerte son también elementos
constitutivos de la cultura. La particular relación que cada pueblo establece
con la naturaleza es otro elemento constitutivo del talante cultural de un
pueblo. Como se ve, no existe realidad conocida ni intervenida fuera de la
cultura. La cultura es, por lo tanto, el “recipiente” dentro del cual tiene
sentido y valor todo acontecer humano.
Desde esta
perspectiva, todo lo humano pertenece a la cultura. Por ello, existen miradas
más acotadas sobre la cultura. Así, la Ilustración identificó a la cultura con
la producción de ciencia y artes, y algunos autores refieren por cultura a un
estado previo a la civilización. La complejidad cultural remite a varios y
sutiles tratamientos sobre contraculturas, subculturas, superculturas,
transculturalidad, cultura de masas, industrias culturales, culturas urbanas,
culturas juveniles, culturas nómadas y, más recientemente, culturas virtuales.
Todavía más sensibles son los temas referidos a la “cultura universal”, hoy tan
cuestionada, y la muy discutible noción ideológica de “cultura nacional”. En
efecto, ¿existe algo que pueda ser llamada cultura universal? ¿A qué podríamos
referirnos con cultura nacional? Hoy estamos lejos, muy lejos, del discurso
homogeneizante de la cultura universal. No es políticamente correcto imaginar
que unos pocos se encarguen de diseñar, organizar y distribuir los parámetros
culturales que deben adoptar todos los humanos.
El término
griego ethos, que se traduciría como hábito, costumbre, refugio, morada,
vivienda, conlleva la noción del término cultura con una compleja
significación. En el ethos está la noción de la cultura. El término ethos tiene
la ventaja de un doble sentido: “invita a combinar, en la significación básica
de ‘morada’ o ‘abrigo’, lo que en ella se refiere a ‘refugio’, a recurso
defensivo o pasivo con lo que en ella se refiere a ‘arma’ o recurso ofensivo
activo”.
A partir de
este concepto, se puede comprender a la cultura como condición de posibilidad
de sobrevivencia, de emancipación y crecimiento, de resistencia y liberación,
de cohesión social y libertad. Además, lleva implícita la noción de comunidad
que, a su vez, implica diversidad y diferencia.
Toda cultura
está fundamentada sobre una antropología particular: ¿Qué es el hombre? ¿Qué
puede conocer y saber? ¿Qué puede hacer y esperar?. Para la cultura, la vida lo
es todo; es una entidad, una propiedad y un proceso. De hecho, toda cultura
revela, a su manera, la esencia, la característica y la dinámica del ser humano
que, aunque diverso, “tiene cierta vocación universal”.
Para
referirnos a un hecho que en la década del 80-90 tuvo relevancia dentro de la
cultura popular en el ecuador y que su figura trascendió los lìmites de las
fronteras de la patria, en lo que tiene que ver con la interpretación musical
de aquella época, que justificó un logro y se convirtió en un refernte dentro
de la historia de la cultura musical ecuatoriana con raices indígenas, tenemos
que mencionar inevitablemente el nombre de Jesúa Fichamba.
Jesús
Humberto Fichamba Vásquez nació en Peguche, Otavalo el 7 de febrero de 1947. Es
hijo de José Manuel Fichamba y Jocefina Vasquez. Originalmente Fichamba quiso
ser boxeador pero luego de ganar por KO en una pelea de box en Ambato, sufrió
un accidente de tránsito que afectó su columna y terminó inclinandose por la
música.
Inició su
vida artística en Guayaquil, en el año 1969 y en 1970. Gano sus primeros 500
sucres como cantante en un festival del cantón Milagro. Poco después se
presentó en la compañía discográfica IFESA, donde le pidió sin exito a Luis
Padilla que compusiera una canción para él. En 1983 grabó su primer disco
titulado Fichamba Internacional, pese a no tener estudios musicales. Fue
miembro del grupo de Aladino, con quienes hizo su primera aparición el 15 de
noviembre de 1984 en el programa Chispazos.
En 1985 grabó
su segundo disco llamado Soñando. También ganó el primer lugar del Festival OTI
capítulo Ecuador para representar al Ecuador en España, por lo que esta vez Luis
Padilla escribió y compuso una canción para que Fichamba la interpretara
conmemorando los 500 años del descubrimiento de América. El 21 de septiembre de
1985 participó en el Festival de la decimocuarta edición del Gran Premio de la
Televisión Iberoamericana (OTI) realizado en España, vestido de poncho y
alpargatas, interpretó La Pinta, la Niña y la Santa María, tema compuesto por
Luis Padilla. Su participación fue ovacionada por el público presente durante
28 segundos, incluyendo a celebridades de la talla de Rocío Jurado, Camilo
Sesto, Lola Flores y Rafael, pero sin embargo obtuvo el segundo lugar en un
empate junto al representante de Argentina, Marcelo Alejandro, debido a que el
primer lugar lo obtubo la representante de México, Eugenia León, quien recibió
el premio en un inconsolable llanto por el terremoto que sacudió en Mexico dos
días antes de la gala y directamente enn la entrega abrazó a Fichamba. La
interpretación de Jesús Fichamba fue considerada por varios críticos como la
mejor de la gala y virtual ganador del concurso. En Ecuador y otros países se
dijo que el terremoto en México fue motivo para que la representante de dicho
país gane el concurso e inclusive un medio de prensa ecuatoriano publicó el
reportaje: "Solo un terremoto venció a Fichamba". Después del
festival fue invitado a diversos programas como Sábado Gigante, Siempre en
Domingo, Noches Viejas de Madrid, entre otros.
Entre 1990 y
2000 se mantuvo promocionando a nivel internacional en diversas ferias y
festivales artísticos, y se dedicó a su negocio de venta de calzado en la
bahía, sector comercial de la ciudad de Guayaquil cada vez que regresaba al
Ecuador. En 1992 participó nuevamente en el Festival OTI con el tema Una
canción para dos mundos. Radica en Palma de Mallorca, España desde el año 2003
y es propietario de un cibercafé.
Homenajes y
reconocimientos
-El 21 de
septiembre de 2010, al conmemorarse 25 años de su participación en el Festival
de la OTI, recibió una placa conmemorativa por parte de la embajada de Ecuador en
España.
-El 5 de
abril de 2011 la Asamblea Nacional de la República del Ecuador le otorgó la
condecoración “Dr. Vicente Rocafuerte” al mérito cultural por su carrera
musical y por la participación en el Festival OTI de 1985 y 1992.
-El 17 de
febrero de 2012 fue homenajeado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo
de El Oro en la Cámara de Industrias de El Oro.
Este fue un
tema cultural musical relevante en aquel quinquenio.
Otro evento
de gran importncia mundial por su trascendencia cultural de lo humano en
protección a nuestra simiente como raza, a no dudarlo, es aquella que ha
representado un punto de inflexión en la relación entre Estado, sociedad civil
e infancia, fue la firma de la Convención de los Derechos del Niño, CDN,
adoptada en 1989 y entrada en vigencia en 1990.
La firma de
la Convención, fue producto de un largo proceso histórico, en cuyos orígenes
consta por un lado, el importantísimo accionar de Jebb, y por otro, el del
movimiento mundial a favor de la infancia. Con la firma de la Convención, por primera
vez, por lo menos en términos legales, los niños, niñas y adolescentes serían
considerados como sujetos de derecho, y ya no como “adultos menores”, objeto de
intervención y de corrección estatal y social.
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